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El futuro del diseñador tecnopedagógico: agente social del cambio en educación en línea

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Resumen

El presente ensayo investigativo responde al siguiente cuestionamiento: ¿cuál es el futuro del diseñador tecnopedagógico?, pues, la tesis sostiene que el futuro está relacionado con ser un actor social que profundiza la articulación de la pedagogía, las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) y el enfoque socioformativo en la educación en línea. De manera que, el objetivo es realizar una aproximación conceptual del diseñador tecnopedagógico y su correspondencia con el contexto actual para la comprensión ligera del futuro rol a través de una revisión sistemática en Google Académico y las bases de datos, Scopus y Web of Science (WOS). En conclusión, el diseñador tecnopedagógico es un agente de cambio social que integra la pedagogía y las TIC en el diseño, implementación y evaluación de procesos formativos, a su vez, el conjunto de funciones y competencias que asume para corresponder a las necesidades sociales presentan varios retos y evoluciones, principalmente sosteniendo que el futuro del profesional está enfocado en la integración de prácticas educativas abiertas para resolver problemas sociales, aportando a una educación en línea de calidad en el siglo XXI.

Introducción

En el siglo XXI miles de roles profesionales han ido apareciendo y otros evolucionando puesto que el entorno y la sociedad cambia, lo cual significa repensar las funciones y competencias que tienen cada rol. En el campo educativo, con la nueva enfermedad por el coronavirus 2019 (COVID-19) catalogada como pandemia por la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha asentado aún más estos cambios haciendo que las instituciones y profesionales adopten la capacidad de resiliencia, ubicando al e-learning como mecanismo óptimo para salvaguardar la continuidad de la educación presencial, realzando la importancia del diseñador tecnopedagógico como profesional vinculado al campo.

Ahora bien, en función del contexto nace la pregunta ¿cuál es el futuro del diseñador tecnopedagógico? A partir de esta interrogante, el objetivo del presente ensayo investigativo es realizar una aproximación conceptual del diseñador tecnopedagógico y su correspondencia con el contexto actual en materia de e-learning a través de una revisión sistemática para la comprensión ligera del futuro rol. En particular se toma como fuente el motor de búsqueda Google Académico y las bases de datos, Scopus y Web of Science (WOS), para la revisión sistemática de la posición de diversos autores de libros y artículos investigativos sobre la temática abordada.

En primera instancia, los subtemas y contenidos que se abordan están orientados a las funciones y competencias, así mismo, las aptitudes del diseñador tecnopedagógico. Con base a ello, posteriormente se presenta una aproximación conceptual abarcadora del profesional y se efectúa el estudio, al mismo tiempo, un análisis de su correspondencia con el contexto actual en materia de e-learning. De modo que se profundiza en comprender livianamente, considerando que la sociedad está en continuo cambio, los retos y evolución del diseñador tecnopedagógico en el siglo XXI.

El presente ensayo investigativo sostiene que dicho futuro está relacionado con ser un actor social que representa la vía para la articulación de la pedagogía, las TIC y el enfoque socioformativo. Sin lugar a duda es una temática que nos introduce al conocimiento de las funciones y competencias del profesional, las cuales han sido variadas y versátiles hasta la actualidad, puesto que como todo actor social lo fundamental es su correspondencia con la realidad, la misma que ha generado retos, desafíos y cambios en función de responder sus necesidades, actividades, tareas, entre otros, que tiene la sociedad. Por esta razón, a continuación, se presenta la revisión sistemática que explora cada uno de los principales hallazgos que permiten comprender el futuro del profesional.

Desarrollo

El diseñador tecnopedagógico: aproximación conceptual

Para empezar, el término diseñador instruccional (ahora conocido como diseñador tecnopedagógico) apareció desde el siglo XX. Por ejemplo, Tennyson (1993) indica que en la década de los años 60 se sitúa el origen del diseñador instruccional, sin embargo, los diseños instruccionales han ido cambiando por el avance tecnológico y las teorías que los fundamentan (citado en Cruz, 2017). Además, el autor menciona que hasta el momento existen cuatro generaciones: primera generación (1960), segunda generación (1970), tercera generación (1980) y cuarta generación (1990). En pocas palabras, el diseñador instruccional ha aparecido hace varias décadas y sus inicios se sitúan en un tiempo donde su rol es diferente al actual.

Debe señalarse que las funciones del diseñador instruccional en la actualidad son versátiles y tienen modificaciones sustanciales en comparación al siglo anterior puesto que responde a las necesidades de la sociedad. Ahora mismo, el profesional; diagnostica necesidades educativas, organiza “metas, objetivos curriculares y actividades de evaluación”, aplica “consistencia y uniformidad en el diseño, funcionalidad y apariencia de módulos y lecciones”, implementa “estrategias para el diseño y la enseñanza de cursos”, evalúa “experiencias educativas de una manera más efectiva, eficiente e interesante”, entre otras (Morales, 2006, p. 3). A saber, las funciones relacionadas al desarrollo de cursos formativos que tiene el profesional están vinculados con los modelos de diseño instruccional (mapeo de acciones, ADDIE, ASSURE, entre otros), tema que sería situación de análisis y revisión en futuros ensayos investigativos.

Dentro de este orden de ideas, el diseñador instruccional tiene la función de utilizar las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) y la ciencia de la pedagogía para favorecer al proceso educativo, evolucionando y respondiendo al término diseñador tecnopedagógico (Guàrdia y Maina, 2012). Hay que hacer notar que el profesional funciona como bisagra que modula las TIC y la didáctica para autenticar fines formativos (Cruz, 2017). Así pues, la finalidad se orienta a lograr que la integración de las TIC a la educación tenga un sentido ajustado a razonamientos didácticos estructurados.

Debe señalarse que en función del efectivo desarrollo de las funciones del diseñador tecnopedagógico es imprescindible que posea las competencias del caso. Con base a la revisión sistemática se ha delimitado las principales competencias del profesional, las cuales están relacionadas al conocimiento y dominio de los procesos de diseño de manera integral (Richey, Klein y Tracey, 2011), al campo de la pedagogía (Guàrdia y Maina, 2012), a las TIC (Gray et al., 2015; Sharif y Cho, 2015), a la evaluación socioformativa (Amaro y Chacín, 2017; Motoya, Tobón y Veytia, 2018), así mismo, la capacidad de flexibilidad de manera transversal (Terán, Suarez y Aguilar, 2016).

En lo esencial, el efectivo desenvolvimiento del diseñador tecnopedagógico demanda un amplio conocimiento no solo de los procesos de diseño, si no también, de la amplia variedad de temas que involucra el mismo. Richey et al. (2011) considera que los dominios del diseñador tecnopedagógico son “los estudiantes y los procesos de aprendizaje, los contextos de aprendizaje y de actuación, la estructura del contenido y la secuencia, las estrategias formativas y no formativas, los medios tecnológicos y sistemas de distribución y, los diseñadores y procesos de diseño” (p. 3). En fin, el conocimiento del profesional aborda más que las acciones de las fases del diseño tecnopedagógico.

En este orden de ideas, una de las competencias más importantes del diseñador tecno pedagógico es su experticia en campo de la pedagogía. El profesional debe tener la competencia de identificar la(s) teoría(s) de aprendizaje (conductismo, cognitivismo, constructivismo, entre otras) que respondan al contexto del estudiante, al mismo tiempo, no arraigarse a alguno en particular (Guàrdia y Maina, 2012). En pocas palabras, la capacidad de diagnosticar contextos educativos y el amplio conocimiento en pedagogía hacen que los procesos formativos que genera el diseñador tecnopedagógico respondan a características y necesidades del estudiante.

Cabe considerar, por otra parte, que la capacidad de utilización de medios tecnológicos juega un papel trascendental en la era digital. Ahora mismo, la reflexión y el moderar que el uso de las TIC se estreche a criterios didácticos, no arbitrarios, resulta clave en la sociedad de la información y el conocimiento (Gray et al., 2015). Así la competencia tecnopedagógica muestra un panorama bidimensional (tecnológica y pedagógica) de los alcances del profesional (Sharif y Cho, 2015). Recapitulando, se refleja que una de las competencias más relevantes del diseñador tecnopedagógico es el criterio y la reflexión para situar las TIC en el proceso de formación.

Ahora bien, en todo proceso educativo la evaluación de los resultados es imprescindible, por lo tanto, el diseñador tecnopedagógico debe tener la capacidad de realizar una evaluación integral considerando todos los elementos, entre ellos el socioformativo. Así, Amaro y Chacín (2017) indica que, las prácticas de evaluación en e-learning deben ser integradas y en conformidad con el proceso de enseñanza y de aprendizaje. En efecto, el enfoque socioformativo permite adentrarse en el aprendizaje holístico, considerando las dinámicas producidas entre los actores educativos y su relación con el entorno (Motoya et al., 2018). Así pues, la capacidad de evaluación socioformativa permite trabajar más allá de un análisis tecnopedagógico.

En la medida que los mecanismos para llegar hacia un aprendizaje son varios, resulta importante la capacidad de flexibilidad del profesional. Existen diversas teorías de aprendizaje, medios tecnológicos, procesos evaluativos, que generan una vía al proceso enseñanza – aprendizaje, sin embargo, el diseñador tecnopedagógico debe ser flexible e incorporar lo más productivo de las teorías, paradigmas o protocolos para adaptar y personalizar una propuesta técnico – pedagógico que responda a la realidad social (Terán et al., 2016). En pocas palabras, la flexibilidad es un particular que representa al profesional de manera transversal puesto que contribuye a procesos didácticos personalizados.

Evidentemente las funciones y competencias del profesional están orientadas generar un cambio social, sin embargo, en la comunidad académica hasta el momento no existe un concepto definido y acordado del diseñador tecnopedagógico. Así lo sustenta los resultados de la encuesta realizada por Sharif & Cho (2015) donde indican que el rol de diseñador tecnopedagico aún no está definido. Sin embargo, lo que sí está claro es que el profesional contribuye al cambio a través de su función de diseño de procesos formativos y la vinculación con la sociedad al dar respuesta a sus necesidades, es decir, una conciencia cívica (Yusop y Correia, 2014). Por lo tanto, no queda duda que su rol contribuye a un cambio social siendo agente de este.

En todo caso, los académicos que se han aproximado a la conceptualización del diseñador tecnopedagógico lo ubican como un profesional diligente en el aprendizaje y desempeño. Morales (2006) lo coloca como el especialista en “metodologías, procesos, estrategias, y aplicación de los diferentes métodos” (p. 1). Así pues, su conocimiento abarca el “diseño de la página, los sistemas de navegación, las bases de datos, los niveles de trabajo, las herramientas de aprendizaje en línea, las interacciones y el acceso a los recursos” (Stephenson y Sangrá, 2003, p. 15), en conjunto con la “creación de materiales didácticos” (Motoya et al., 2018, p. 29). De modo que, utiliza el diseño curricular para la organización de secuencias didácticas. En pocas palabras, el diseñador instruccional incorpora todos los procesos en optimizar el aprendizaje y desempeño.

La realidad social y el rol del diseñador tecnopedagógico

Para empezar el contexto actual en materia de e-learning enmarcada en la sociedad de la información y el conocimiento es cambiante. Por un lado, metafóricamente hablando los avances tecnológicos no solo caminan, más bien, corren puesto que cada día evolucionan a un paso gigante. Por otro lado, las habilidades de aprendizaje que se requieren en la actualidad son más variadas y holísticas debido a los cambios sociales, tecnológicos, económicos, entre otros (Sharif y Cho, 2015). Así pues, debe fortalecerse el nacimiento de un esquema educativo enfocado en ayudar, apoyar y acompañar a los estudiantes en las necesidades de la actualidad.

En este sentido se comprende que el rol que asume el diseñador tecnopedagógico está enfocado en lograr una correspondencia con el contexto actual. Hoy en día, los profesionales, no solo en el campo del e-learning, muchas de las veces se han visto acorralados por el enorme cambio del entorno que se está viviendo. Por ejemplo, se toma las palabras de Sharif y Cho (2015) donde indica que los diseñadores tecnopedagógicos necesitan ser “flexibles y creativos para poder responder a las demandas de este continuamente cambiante contexto profesional” (p. 75). En conjunto, las funciones y competencias asumidas por el profesional son para corresponder con las necesidades sociales, sin embargo, no se descarta el hecho de poseer retos y cambios con la finalidad de ofrecer una educación de calidad en el contexto actual.

El futuro del diseñador tecnopedagógico: retos y evolución

Se ha verificado que uno de los mayores retos que posee el diseñador tecnopedagógico y, los profesionales en general, es la carga laboral y la ausencia del tiempo suficiente para la realización óptima de sus actividades. En particular la encuesta realizada por Sharif y Cho (2015) indican que más del 20% de las personas encuestadas dicen que la carga de trabajo y la falta de tiempo es uno de los grandes retos que tiene el diseñador en la labor de estar involucrado en innovación e investigación. En otras palabras, el reto es el avance en conocimiento, el cual está obstaculizado por la saturación laboral y falta de tiempo del profesional.

En relación con este tema, otro de los retos en su labor diaria es la preparación de programas que respondan a los requerimientos exactos del equipo de trabajo y, consecuentemente, las necesidades de los estudiantes. Puesto que no solo se trata de ubicar contenidos, recursos y orientaciones para las actividades, más bien, la finalidad es preparar programas y crear experiencias de aprendizaje que exigen en su desarrollo, reflexión en la acción (Tracey y Hutchinson, 2016) y criterios rigurosos de aplicación (Lee, Lim y Kim, 2017). Así pues, el verdadero desafío es responder eficientemente a las necesidades no solo con la planeación, también, en conjunto con la reflexión en la acción y la construcción.

Ahora bien, dentro de la propuesta educativa el profesional debe integrar todos los elementos formativos que garanticen la generación de conocimientos actualizados en su público objetivo. De esta manera se hace necesario trascender el proceso de diseño tecnopedagógico a una metodología holística por lo que la lucha no reside en mantener un acceso constante y eficiente a la información, más bien, se encuentra en la selección y administración para la creación de nuevo conocimiento (Motoya et al., 2018). Es decir, la propuesta educativa requiere una superación de lo ordinario y, a su vez, abre bocas al horizonte de la innovación.

En la medida que se ajusta el rol a la realidad actual el futuro del diseñador tecnopedagógico seguirá evolucionando en función de las necesidades del contexto. Como se ha afirmado el cambio es y será guiado por las necesidades educativas, de parte de los educadores y discentes del siglo XXI (Sharif y Cho, 2015). Como puede inferirse, es un hecho que el rol del profesional cambiará en función de las situaciones, problemáticas, actividades, tareas, entre otras, que presente la sociedad.

En este sentido se comprende que cada día se requiere programas educativos de un sentido social. Por ejemplo, desde esta mirada se presenta la propuesta ADOIVA (Análisis, Diseño, Operatividad, Integración tecnológica, Valoración, Actualización) que modula el diseño tecnopedagógico y el enfoque socioformativo para estructurar una articulación de los programas formativos con el sentido social, lo cual beneficia a los estudiantes al incorporar aprendizajes significativos (Motoya et al., 2018). En otras palabras, se hace un llamado a integrar procesos formativos de aplicación abiertos para resolver problemas de manera colaborativa y con una meta común beneficiando así al individuo, a la sociedad y al medio.

Resulta claro que en el futuro el rol de los diseñadores tecnopedagógicos se convierta en ciencia por la importancia que tienen para la para la sociedad en general y el e-learning en particular de manera abierta. En efecto se debe dar un reconocimiento en el campo profesional y científico siendo evidente que la formación del perfil es el futuro de los diseños tecnopedagógicos incorporando prácticas educativas abiertas (Harrison y DeVries, 2019). Ahora mismo la evolución del profesional pasa por la reformulación de la educación inicial dada en las universidades e instituciones educativas superiores.

Cabe resaltar que para generar una evolución sustancial no es suficiente con la adecuación de un actor en las estrategias y herramientas que se utilice, más bien, se debe considerar en su integralidad el proceso. De hecho, la readecuación de los estatutos institucionales complementa el cambio real, considerando los roles y agentes participantes, las políticas, las estrategias, entre otras (Guàrdia y Maina, 2012). Probablemente sí un paso se da a la vez, los retos y evolución que asume el diseñador tecnopedagógico aporta con un grano de arena a generar una educación de calidad.

Conclusiones

En este ensayo investigativo se realizó una aproximación conceptual del diseñador tecnopedagógico y su correspondencia con el contexto actual en materia de e-learning a través de una revisión sistemática para la comprensión ligera del futuro rol. De esta manera se valida la tesis de concebir el futuro del profesional como un actor social que representa la vía para la articulación de la pedagogía, las TIC y el enfoque socioformativo, dando respuesta a la problemática. Lo que más ayudó a comprender el futuro del diseñador tecnopedagógico fue la posición de diversos autores sobre el tema abordado, sin embargo, lo más difícil fue obtener artículos actualizados en el área científica y/o académica del tema en el idioma español.

Lo más importante de realizar una aproximación conceptual del diseñador tecnopedagógico es que parte del análisis las competencias pues son base fundamental para el desarrollo correcto de sus funciones. Sintetizando, entre sus competencias se encuentran el conocimiento y dominio de los procesos de diseño de manera integral, la pedagogía, las TIC, la evaluación socioformativa y de manera transversal la flexibilidad. Consecuentemente, sus funciones, primeramente, son versátiles puesto que deben responder a las necesidades de la sociedad, segundo, consideran las fases de los modelos de desarrollo instruccional y, por último, integran las TIC y la pedagogía. De modo que el diseñador tecnopedagógico es el profesional, agente del cambio social que integra la pedagogía y las TIC en el diseño, implementación y evaluación de secuencias didácticas.

Cabe considerar que el contexto actual en materia de e-learning por su situación volátil requiere del nacimiento de un esquema educativo. Hay que hacer notar que la sociedad de la información y el conocimiento está cubierta de grandes cambios sociales, tecnológicos, económicos, entre otros, lo cual significa nuevas necesidades sociales que demandan habilidades de aprendizaje holísticas. Por esto el conjunto de las funciones y competencias tomadas son para dar respuesta a las necesidades sociales y ofrecer una educación de calidad.

Por supuesto que este fenómeno indica que el futuro del diseñador tecnopedagógico está plasmado de retos y cambios. Por un lado, los retos son; el avance en conocimiento, la respuesta eficientemente a las necesidades con la planeación en conjunto con la reflexión y la construcción y, la innovación en e-learning. Por otro lado, la magnitud de la evolución del rol está en función de las necesidades sociales y la reformulación de la educación inicial del diseñador. Por último, el futuro del profesional está enfocado en la integración de prácticas educativas abiertas de aplicación para resolver problemas de manera colaborativa y con una meta común beneficiando así al individuo, a la sociedad y al medio.

Referencias

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Cruz, N. (2017). Manual de diseño instruccional: una propuesta con tareas integradoras (TI). México: Editorial Digital UNID.

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Elvis Ortega-Ochoa

Elvis Ortega-Ochoa

Researcher in eLearning

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